El viejo cuento del grandote abusivo (a propósito del “tsunami” propagandístico oficial que se nos viene)

Se acordarán muy probablemente ustedes aquellas épocas de la infancia en las que invariablemente, en la escuela o el barrio, nos tocaba lidiar con el niño grandote que sacaba pecho de su talla y corpulencia para oprimir a sus compañeros; un día iba contra uno y le quitaba el carrito matchbox que le habían regalado el día anterior; al siguiente, le sacaba a la fuerza  la comida de la lonchera al pobre flacuchento, que veía cómo el odioso se comía la comida que le mandaba mamá.

Así, ni más ni menos, actúa el régimen con respecto a la propaganda que se ha iniciado en torno a la consulta popular. Pruebas al canto: la firma especializada INFOMEDIA ha detectado que desde el 25 de marzo pasado hasta el martes de esta semana, se ha invertido en publicidad electoral US $ 257,560.95. De ese monto, más del 92% ha sido utilizado por la presidencia de la República, mientras que las agrupaciones que promueven en NO en la consulta apenas han podido acceder a un 7.3% de esos recursos.

Significativo y preocupante desbalance e inequidad, que da la medida de cómo está llevándose a cabo la contienda plebiscitaria.

Y es que estos datos únicamente corroboran lo que ya es sabido: estamos siendo víctimas de un aluvión impresionante de publicidad gubernamental a favor del SÍ, lo que desvirtúa totalmente los principios de equidad y sinceridad que asegura mantener el gobierno ante la consulta. Lo dicho: el grandote abusivo contra los chiquitos.

Lo que realmente funcionará no será un debate claro y transparente de ideas y conceptos sino el uso indiscriminado de todo tipo de herramientas publicitarias encaminadas a “convencer” a la ciudadanía para que vote ciegamente a favor del sí el 7 de mayo próximo.

Es de suponer que esta tendencia se mantendrá hasta el final de campaña: plata que sale, plata que va al saquillo de la presidencia y de los aliados del presidente (principalmente Alianza País). Mientras tanto, otras organizaciones han hecho gala de transparencia y han renunciado incluso a aquellos exiguos fondos que quedan a disposición de los opositores al régimen.

María Paula Romo, asambleísta integrante del grupo Ruptura de los 25,  anunció que devolverán los fondos públicos que le fueron otorgados a esta agrupación para participar de la campaña por la consulta popular. El detalle le honra a esta agrupación, pero tanta honradez no nos favorece. Veamos: el grandote pega con palo, piedra y correa; al que está en desventaja y en el suelo le dan un cartón para defenderse y se niega a usarlo, porque prefiere defenderse a cuerpo limpio. ¡No pues!

Según estos jóvenes, la Consulta no va a resolver los reales problemas del Ecuador y por ello les parece irresponsable gastarse alegremente varios millones de dólares en este “ejercicio democrático”. Totalmente de acuerdo, pero las reglas del juego son esas y no otras, y hay que jugar hasta el final. Librar la batalla a cuerpo limpio puede ser demasiado desgastante. Además, los fondos disponibles son públicos (entiéndase, parte de nuestros propios recursos) y por ello, si el grandote los usa, hagámoslo nosotros también, aunque él se lleve la pechuga y a nosotros nos dejen los huesos. Del pollo, aunque sea el caldo, ¿no?

Están claras las intenciones del grandote: se va a poner en cada esquina del barrio, con sus panas, para meternos el pie y humillarnos cada vez que nos crucemos con él; se va a comer su comida y nos va a quitar la nuestra. Bueno, algo nos va a dejar en el fondo de la lonchera, para que no digan después que nos quitó todo y que es un abusivo.

 Por eso, hay que parársele fuerte al grandote. Hay que decirle NO seas abusivo; NO te voy a dar mi lonchera; NO voy a dejar que me golpees ni que abuses de que eres el bacán del barrio. Para ello, vamos a rodearnos de los débiles para sumar gente y hacerle ver que no somos pocos, para decirle NO.